Huautla, Zona Mazateca


Antes de...
Tengo que escribir mi experiencia de un principio.. me da miedo olvidarlaaa…. llegamos ha ese lugar creo que a las 5:30 de la mañana… oscuro… realmente oscuro.. nos iluminaba una luna menguante que con suerte nos mostraba la difusa sombra de la vegetación de aquel lugar… caminamos.. con miedo, con ansias… sintiendo cada sonido de los árboles gigantescos, de los pájaros exóticos… pero no veíamos nada… caminamos y caminamos... le preguntamos a un par de personas nuestro rumbo y mirando hacia el suelo nos daban vagas señales de por donde debíamos continuar… siguiendo sus difusas explicaciones, nuestra intuición y los fuertes latidos de nuestro corazón, fuimos ha dar detrás de la escuela, ha una casa extraña.. creo que tenia dos o tres puertas y sobre estas pintada unas cruces blancas, tocamos la puerta sin saber muy bien lo que hacíamos… y una viejita de unos 70 años.. nos abre.. estaba cubierta con una manta… intentando dormir en un sillón que había en la entrada de la casa… como si nos estuviera esperando, ella lo sabia todo, sin hablarnos… nos muestra una habitación en un segundo piso… nos dice duerman… subimos y dormimos… nerviosos.. Nos costo mucho conciliar el sueño… dormimos aproximadamente hasta las 10… luego bajamos y vimos la casa llena de flores.. Estaba llena de jarras con flores aromáticas… todo olía a flor.. Era un ambiente agradable… Ese día había un eminente sol… pero no hacia calor… estábamos en medio de la montaña… de la sierra, al bajar Mama julia nos tomo el hombro y nos llevo a una especie de cocina, ha tomar un café… era un café delicioso…lo tomamos.. con unos panes dulces un poco añejos.. y decidimos salir de la casa a dar una vuelta por el pequeño pueblo… al salir..rápidamente uno va notando la energías que emergen desde su tierra, su gente y sus mercados… un efecto mágico que se concilia en el ambiente permanentemente, pero también se divisaban las miradas de quienes sabían a lo que habíamos venido y nos sentían como extraños… Realmente compartimos ese lugar, pero en ningún momento dejamos de ser turistas, las miradas de sus habitantes no dejaban de recordárnoslos.
Caminando por el mercado nos compramos un par de plátanos… y en un almacén unos queques, traíamos hambre, pero mas que eso temíamos... temíamos que nos hiciera demasiado efecto… seguimos caminando… nos acercamos a una quebrada, veíamos como la vegetación no dejaba espacio para nada mas.. había tapado todo… El mismo paisaje que en la noche nos había causado miedo y muchísimo misterio, ahora nos abrazaba y maravillaba...